Leonel sintió una compleja oleada de emociones cuando vio a Ginebra. Esos ojos… Aquel día en que cayó en una ilusión de Fuerza de Sueño, haciendo que sus recuerdos largamente olvidados resurgieran, los había visto antes.
Mordred no estaba segura de qué decir o hacer. No era tan emocional como Ginebra, pero tampoco era indiferente. Estaba atrapada en un extraño punto intermedio, una mezcla de incomodidad y vacilación que coloreaba su habitual comportamiento seguro y femenino.
Ginebra sacudió la cabeza, pareciera que se diera cuenta de que había perdido el control de sus emociones. Rápidamente se recompuso, sus lágrimas se alejaban de sus mejillas de una manera un tanto mágica. Pero, no había nada que pudiera hacer sobre el enrojecimiento de sus ojos. Estos actuaban como un recordatorio constante de las emociones que acababa de mostrar.
—Bienvenidos a Camelot, por favor vengan conmigo.