Los ojos de Leonel se abrieron de par en par. Todo encajó de repente a la vez. Sin embargo, simplemente no había tiempo para insistir en ello.
—¡Corre! —rugió Leonel.
El impacto de un objeto tan masivo golpeando el suelo desde tal altura sería enorme. Un meteorito de 100 kilómetros de ancho sería suficiente para aniquilar toda la vida en la Tierra. Aunque esta ciudad solo tenía 10 kilómetros de ancho y su velocidad era mucho más lenta en comparación con un meteorito, Leonel estaba absolutamente seguro de que su dureza estaba muy por encima de cualquier cosa a la que un meteorito normal pudiera compararse. Si este no fuera el caso, ¿cómo se atreverían a permanecer dentro de sus muros mientras caían del cielo? Además, ¡esto no era la Tierra! ¡Era una pequeña luna! Leonel no estaba seguro de cómo cambiarían sus cálculos en un verdadero mundo de Cuarta Dimensional como este, pero no tenía el espacio mental para pensar en ello.