Al ver la reacción de Leonel, Aina no supo cómo reaccionar ella misma durante un largo rato. El nivel de preocupación en su mirada, incluso por algo que había pasado hace mucho tiempo, la dejó sin saber qué hacer.
—Yo… No fue gran cosa, ¿verdad? Estoy aquí, ¿no?
Leonel frunció el ceño ante esta respuesta, podía sentir a Aina alejándose. Tal escena lo hizo suspirar y soltar su agarre sobre ella.
—¿Dónde está Lancelot? ¿No lo encontraste?
Leonel cambió de tema, pero esto dejó a Aina aún más perdida.
Forzar las cosas y alcanzar la meta final tan rápido como sea posible siempre parecía ser el camino con más satisfacción. Una lenta y larga rutina no era algo con lo que la mayoría quería lidiar y era incluso algo que alejaba a muchos.
Aunque Leonel había hablado tantas palabras sinceras con Aina, en última instancia eran palabras que él mismo había pronunciado. No eran palabras que Aina hubiera dicho, ni necesariamente eran la forma en que ella, por sí misma, se sentía.