El interminable aluvión de puños de Leonel de repente se detuvo en seco, su mirada indiferente titilando.
Inconsciente, Noah finalmente cayó pesadamente al suelo, su respiración corta y apresurada. Tal vez podría considerarse afortunado de estar en tal estado, o sería imposible medir la cantidad de dolor en la que estaría.
En ese momento, el rugiente simio blanco finalmente tuvo una oportunidad para atacar, pero pareció perder su voluntad cuando Leonel barrió su mirada sobre él. Sintió un pesado campo de gravedad envolviéndolo, haciendo que sus rodillas temblasen.
Leonel frunció el ceño, desviando sus sentidos hacia Jessica, quien todavía estaba en un estado de agitación.
Ignorando todo lo demás, la palma de Leonel se dio vuelta para revelar el disco plano similar a un diccionario.
—¿Quién es mi abuelo?
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