El simio de cuatro brazos de Jessica cayó pesadamente al suelo, causando que el campo de batalla temblara. Como si fuera una señal, el estancamiento se rompió. Una lluvia de ataques descendió desde todos los lados. Si alguien estuviera mirando desde lejos, sería difícil imaginar que tal conmoción estaba siendo causada por el bien de una joven que hace mucho tiempo había perdido la capacidad de moverse.
La situación de Aina solo parecía empeorar momento a momento. Mientras que antes la inmunda sangre negra solo salía de su boca cuando tosía, ahora, incluso cuando solo estaba jadeando en busca de aire, bloqueaba sus vías respiratorias, haciendo que se agarrara inconscientemente la garganta incluso en su estado inconsciente. Las grotescas cicatrices viajaban por su cuello, tragándolo en una hinchazón que hacía que el corazón de uno se agitara. Se sentía como si la maldición estuviera desahogando su odio por haber sido humillada, atacando con una furia que nunca antes había tenido.