Mi Reina

Aina de repente sintió como si su cuerpo no le perteneciera. Había una desconexión entre su mente y su cuerpo, como si uno fuera rechazado por el otro. Era difícil decir exactamente qué estaba sucediendo, pero la verdad fundamental era que la desconexión le hacía sentir como si su cuerpo no fuera suyo.

Con el ceño fruncido, Aina blandió su hacha por costumbre, solo tratando de hacer algo que le era familiar.

Hasta ahora, hacía mucho tiempo que había perdido la cuenta de las veces que había balanceado su hacha en su vida. Leonel siempre estaba fascinado por su piel bronceada, pero ¿no era eso solo el producto de todo el trabajo que había puesto desde que era lo suficientemente mayor para entender la crueldad del mundo a su alrededor?

No había nada en este mundo que le fuera más familiar que su hacha.

Un remolino de Fuerza Universal siguió al balanceo de Aina. Por primera vez desde que comenzó esta extrañeza, Aina sintió como si estuviera de nuevo en su propio cuerpo.