Cambiando de refugio

—¡Whoosh!

Max apareció a su lado y la sostuvo. Tenía la cara completamente pálida. —¿Estás bien? —preguntó Max con voz preocupada.

Belén le sonrió dulcemente y negó con la cabeza suavemente. —Estoy bien. Solo agoté todo mi mana intentando detener a ese toro.

Luego sacó una píldora de curación y se la dio. —Pero tú no estás bien. Los huesos de tu mano están dañados. Come esta píldora rápidamente.

Max la miró con una expresión sorprendida. No esperaba que ella notara sus heridas incluso cuando se sentía mal. Sonrió y tomó la píldora de sus manos y se la dio a ella. —Tú también la necesitas.

Belén no rechazó y se comió la píldora. Después de eso, él sacó una píldora de curación de su inventario y se la comió.

Justo después de eso, sintió una sensación fresca extenderse por todo su cuerpo, curando sus heridas y huesos rotos.