—Ahhhhnnngggg~
Su grueso y poderoso monstruo la devastaba, golpeando su apretada cueva y su cérvix con fuerza, y los ojos de María se abrieron de par en par. Rompió el beso y soltó un aullido de dolor.
Ella lo miraba con lágrimas en los ojos y una expresión de queja en su rostro, a lo que Max sonrió y le dio un suave piquito en los labios de nuevo —Lo siento, cariño, pero tenía que hacerlo ya que no te relajabas de otra manera.
María dejó escapar un suave sonido 'Mm' y rodeó su cuello con un brazo, besándolo en la mejilla antes de susurrar —Puedes hacerlo como quieras, mi señor. Soy toda tuya.
Max sintió cómo su sangre le subía a la cabeza y su miembro palpitar fuerte con sus palabras, causando que María se estremeciera ligeramente de dolor, pero al mismo tiempo una sonrisa de satisfacción adornaba su rostro.