Después de un largo rato, Rima finalmente se calmó.
—Entonces, por eso quieres tener sexo todo el tiempo —murmuró entendiendo.
Viéndola calmarse, Max suspiró aliviado.
En ese momento, ella puso una expresión seria y lo miró a los ojos, haciéndolo sentir un poco nervioso.
Viendo su expresión, ella de repente sonrió, se acercó a él y apoyó su cabeza en su pecho mientras lo abrazaba, dijo:
—Max, no me importa si quieres tener más mujeres, solo espero que no me olvides y me deseches.
Max la rodeó con sus brazos y regañó en voz baja, —Ya te dije que no lo haré, nunca.
—Mhm —Rima asintió y luego agregó:
— Tengo curiosidad por algo.
—¿Qué es?
—¿Tener sexo con una virgen o una mujer más fuerte, te ayuda más que hacerlo con, ya sabes, alguien como yo que no es virgen ni más fuerte que tú? —ella preguntó, mirándolo curiosamente.
Max se congeló por un momento. Él había estado pensando si debería decírselo, pero al final decidió que no ya que no quería que sintieran presión.