—¿Eh? —Al oír esto, Rima también recordó este punto y una leve ansiedad apareció en su rostro. Aunque no quería apartarse de sus brazos y disfrutar de su calor, tampoco quería ser sorprendida desnuda.
Levantó su mano para sacudirlo y despertarlo, pero al ver que dormía pacíficamente, dudó y finalmente bajó la mano, sin querer perturbar su sueño.
—¿H-Hermana mayor...? —Al ver esto, María llamó suavemente.
Rima negó con la cabeza. —Déjalo ser. Somos sus mujeres. No hay necesidad de avergonzarse de ser vistas en sus brazos.
—P-Pero sería vergonzoso, ya que son mis padres —dijo María en voz baja.
Al oír esto, Rima sonrió y de repente agitó su mano, quitando la cobertura insonorizada de encima de ellas.
—Ahora, podemos escuchar si tus padres se acercan a la habitación y evitar que entren. Por ahora, quedémonos así hasta que él despierte, ¿de acuerdo? —dijo Rima, suspirando por dentro.
María la miró y notó la neblina que se formaba en sus ojos mientras observaba a Max.