Al igual que Amara, estos cinco demonios tampoco se veían muy diferentes de los humanos. Si no tuviesen la vibra demoníaca y un cuerno negro encima de sus cabezas, habría sido casi imposible distinguirlos de los humanos.
En este grupo de demonios, tres eran hombres y dos eran mujeres.
Una de las demonios tenía una cicatriz negra en la cara, la cual había recibido al luchar contra Leticia. Por eso, cuando vio a Leticia, no pudo contenerse y se lanzó sobre Leticia, queriendo destrozarla.
Sin embargo,
—¡Detente! —le gritó uno de los demonios masculinos.
Estaba vestido de manera más lujosa que el resto, y tenía el aura de alguien superior.
La demonia con la cicatriz se detuvo a regañadientes, se dio la vuelta para mirar al hombre y preguntó entre dientes apretados:
—¿Por qué me detienes, joven maestro Mehak?
El demonio llamado Mehak no le respondió. Se acercó a ella, y de repente:
—¡Whoosh!