Whoosh!
Siguiendo la voz, Durden voló fuera del valle y aterrizó grácilmente al lado de Max.
—¿Está bien? —preguntó, mirando a Ellie.
Max, sin embargo, actuó como si no lo hubiera escuchado, y continuó mirando a Ellie mientras un mist rojo sangre se reunía en las profundidades de sus ojos, dándoles un aspecto malévolo. Al mismo tiempo, su ritmo cardíaco se aceleró, su sangre empezó a agitarse en sus venas como un río embravecido mientras su intención asesina se disparaba incontrolablemente.
Durden frunció el ceño, un poco disgustado, pero viendo cómo Max estaba mirando al rostro de Ellie aturdido, sacudió la cabeza y levantó la vista para mirar a los demonios enanos. Pero justo entonces, una extraña sensación de opresión lo envolvió, lo que hizo que su sangre se helara.
—¿Un emperador? —su primer pensamiento fue que un demonio emperador había llegado, ya que los magos y demonios de rango rey no eran lo suficientemente fuertes para darle tal sensación.