Casio también usó la misma patada. La única diferencia era que sostenía una pesada espada en su mano derecha, a diferencia de la Katana que Tristan había sostenido en su mano izquierda.
—Tu fuerza es buena, pero tu velocidad todavía apesta —se burló Tristan mientras aparecía detrás de Casio de repente justo cuando el pie de Casio estaba a punto de conectarse con su rostro.
—Y ahí está, el primer golpe —dijo Tristan con calma mientras la punta de su funda tocaba la espalda de Casio.
No había sacado su espada, pero estaba insinuando que si lo hiciera, la espada habría penetrado a Casio.
—Te lo dije. Tu amigo no tiene ninguna oportunidad. Has perdido —le dijo Alicia a Lucifer, sonriendo.
—No lo veo de esa manera. Deberías mirar con más atención —respondió Lucifer, sin el menor signo de preocupación. Podía ver lo que Alicia no había notado.