—¿Así que aceptas mi propuesta? —preguntó Milena a Lucifer, solo para estar segura.
Lucifer asintió. —Acepto.
—Así que, los tres participarán. Pero recuerden, hay una buena posibilidad de que los tres mueran en la competencia, aunque los necesito. Las reglas son brutales. Su supervivencia dependerá solo de ustedes. Así que no pierdan, pero no mueran, porque nadie los salvará —recordó a Lucifer.
Se volvió para mirar a la dama que estaba sentada al lado derecho de Lucifer.
Era una mujer joven que parecía estar en sus veintes. Sus ojos también eran rojos, significando su posición noble.
—Feronia, llévalos a la casa de huéspedes. Estarás con ellos durante su estancia en el Imperio —comandó Milena a la dama.
—Sí, Su Majestad —la mujer se levantó respetuosamente, dándose cuenta de que se le asignó vigilar a estas personas.
—Ven conmigo —le dijo a Lucifer, caminando hacia las puertas.
Lucifer echó un último vistazo a Milena antes de volverse y salir con Caen y Salazar.