Sus alas también parecían menos las de un ángel y más como las alas de un Demonio cerca de sus hombros. Cada una de sus alas parecía medir un metro y medio de largo, lo que no parecía mucho.
—Una cosa que no quería tomar prestada de él —murmuró Lucifer, moviendo la cabeza. Esperaba tomar los poderes y no las características físicas, lo cual podría arruinar su apariencia.
—¿Qué te pasó? —Arthur aterrizó frente a Lucifer, notando sus alas.
El Duque también aterrizó a su lado. —¿Dónde está ese tipo?
—Está muerto —respondió Lucifer—. Ahora deja de perder mi tiempo y termina con el resto. Déjame solo.
Lucifer ya estaba bastante molesto por estas alas. No quería pasar más tiempo hablando de eso.
Se alejó volando, recogiendo su capa en el camino.
Después de encontrar un lugar tranquilo, aterrizó nuevamente en el suelo y comenzó a reflexionar sobre sus alas.