Vanaheim

Rudra se sorprendió al ver que había unos cuantos cientos de aventureros alineados para entrar en la ciudad capital de Vanaheim.

Rudra parecía haber subestimado las capacidades de las masas. Había unos cientos de los miles que lo intentaron, que en realidad lograron hacerlo.

Sin embargo, tal como él pensaba, nadie estaba siendo admitido en la capital élfica. Los Elfos eran muy estrictos con la entrada de personas que no fueran de su raza en sus asentamientos. Los Elfos tenían un distrito comercial especialmente construido, a 20 minutos de la capital, donde los comerciantes podían reunirse y comerciar. Sin embargo, ese era el alcance que permitían para que la mayoría interactuara con su raza.

Conservadores hasta la médula, absolutamente odiaban a los semielfos y a los elfos oscuros. Solo los elfos puros eran aceptados por la sociedad, y eran criados de una manera que siempre estuvieran conscientes de las otras razas.