Rudra intentaba llegar al palacio lo más rápido posible, no sabía cuánto tiempo había estado corriendo, pero seguía corriendo frenéticamente. Solo unos minutos habían pasado, pero le parecía una eternidad.
Finalmente, justo cuando alcanzó los muros del palacio, sintió un temblor en el suelo bajo sus pies, como si hubiera llegado un terremoto.
Rudra se giró y vio los pies del dragón, no muy lejos de él. Podía escuchar cómo inhalaba aire, preparándose para su característico estallido de fuego.
Rudra estaba tranquilo. Aman debería reaccionar; sin embargo, si no lo hacía, estaba listo para parpadear y transportarse justo sobre la cabeza del dragón para evitar el ataque. Pero Aman interrumpió cuando su voz resonó al darse cuenta de que su palacio estaba en peligro.
Una voz profunda reverberó en el aire diciendo:
—¡Conoce tu lugar... ganado!