Rudra se sentó atentamente frente a Ruby, mientras las doncellas que usualmente la acompañaban salieron silenciosamente de la habitación.
—No sé cómo expresar lo que siento, nunca me he sentido así en mi vida, pero los días que he pasado aquí en Purplehaze, entre los Élites, han sido un aire fresco muy necesario en mi vida —dijo Ruby.
Rudra quedó sorprendido al escuchar esto. Ruby era la princesa del reino élfico, tenía 5 asistentes que la atendían todos los días. Si alguien en el mundo debía tener una vida perfecta, era ella.
—Aunque es cierto que en el reino élfico soy una hija querida y una princesa mimada, todo allí viene al costo de ser la hija perfecta y la princesa perfecta también —continuó Ruby—. Ya sean reuniones sociales o cenas informales con mi padre, siempre tengo que ser impecablemente educada para no deshonrar el nombre élfico.