Un día después...
La enfermería estaba actualmente a plena capacidad, soldados enfermos y muertos estaban esparcidos por toda la enfermería. Parecía como si una epidemia hubiera irrumpido en el fuerte.
El agua misma que se usaba para tratar a estos pacientes enfermos, administrada cada hora, era el veneno para su salud, mientras que aquellos que estaban sanos estaban consumiendo lentamente la comida contaminada. El veneno, inodoro e insípido, había cumplido su propósito, nadie había notado aún el engaño.
Sin embargo, con más y más soldados aparentemente saludables enfermando después de comer comida o beber agua, muchos comenzaron a sospechar. Casi el 40% del personal del fuerte estaba actualmente envenenado y luchando por su vida.
Fue entonces cuando un curandero especialista local, llamado con urgencia, llegó al lugar y, después de revisar a todos los pacientes, determinó que habían sido envenenados.
—¡Qué terrible noticia! —exclamó uno de los soldados.