Rudra esperó pacientemente su turno para hablar, uno de los problemas planteados durante la discusión fue el rol de los elegidos por Dios, (jugadores) en la próxima guerra.
Algunas voces entre el consejo querían usar a los jugadores como carne de cañón, ya que creían que las capacidades generales de los jugadores eran deficientes y, al estar bendecidos con la inmortalidad, sus muertes tenían un peso menor.
Todo el tiempo los consejeros cometían un solo error que Rudra sabía en su corazón, y era que asumían que los jugadores estarían dispuestos a escuchar al estado en la guerra y actuar según las instrucciones que se les dieran. Lo cual no era el caso en la realidad.
La población de jugadores que participaba en la guerra era de casi 6 millones. Este era un número enorme, que no era fácil de manejar, menos aún bajo un solo líder.