Un enfrentamiento

Rudra no se dejó intimidar en absoluto por los tres hombres que intentaban presionarlo. Sabía que en su mejor momento podría patearles el trasero a los tres sin sudar. Fue solo por el gran inconveniente que tuvo que comportarse civilmente frente a estos desordenados comerciantes de sangre.

—De acuerdo, tú me das la cura para mi maldición y luego yo te daré las páginas —dijo Rudra.

De repente Víctor se quebró, se levantó y rompió la silla en la que estaba sentado en pedazos mientras decía:

— ¿NOS TOMAS POR TONTOS?, ¡PRIMERO LAS PÁGINAS!

Pelusa ya había superado su límite de paciencia y saltó del regazo de Rudra a la mesa y mostró sus colmillos a Víctor.

—Tranquilo Víctor.

—Tranquila Pelusa.

Dijeron Rudra y Jack al mismo tiempo mientras los dos se miraban a los ojos.

Jack continuó: