Invitados de lejos [Parte 1]

Al acercarse William y Ella a su propiedad, notaron un lujoso carruaje a lo lejos. Él nunca había visto un carruaje así en Lont, por lo que asumió que tendrían invitados de fuera de su frontera.

Justo al lado del carruaje había una criatura de seis metros de altura. Esta bestia tenía la cabeza y las alas de un águila, y el cuerpo de un león. Para William fue muy fácil identificar a esta criatura sacada de mitos y leyendas.

—Un grifo —murmuró William mientras Ella se detenía frente a la bestia para observarla mejor.

La cabra Angoriana levantó la cabeza y se quedó mirando al grifo. El grifo le devolvió la mirada. William podía ver el desdén en sus orgullosos y afilados ojos. Era como si los dos fueran simplemente insectos pasajeros y no dignos de su atención.

—Vamos, Mamá —dijo William mientras acariciaba el cuello de Ella—. Es solo un birb grande.

—Meeeeeh.

—No es un bird, Mamá. Es un birb.

—Meeeeh?

—Birb es como llamas a un pájaro que está teniendo una crisis de identidad.

La cabra miró al grifo una vez más antes de asentir con la cabeza. Estaba de acuerdo con William en que esta criatura no era un pájaro, sino un birb. Dado que era un birb, no tenía que molestarse en tratar de averiguar por qué tenía patas en lugar de garras.

Claramente, este pájaro estaba teniendo una crisis de identidad.

La cabra miró al grifo con lástima antes de caminar hacia su casa.

—Meeeeh.

—Estoy de acuerdo, Mamá. Este birb realmente da lástima.

El grifo era una criatura muy inteligente. Naturalmente, entendió la conversación de William y Ella, lo que lo enfureció mucho. Si no fuera porque estaba atado al carruaje, ya habría aplastado a los dos insectos que se atrevieron a mirarlo con ojos lastimeros.

Con el estómago lleno de cólera, el grifo emitió un chillido ensordecedor, pero William y Ella ni siquiera se molestaron en darle una segunda mirada. Estaban más curiosos acerca de quién sería su invitado. Dado que llegaron en un carruaje tan impresionante tirado por un grifo, su identidad seguramente no sería ordinaria.

—¡Abuelo, ya regresé! —gritó William al abrir la puerta.

—¡Meeeeeeh! —Ella también anunció su llegada, lo que hizo que los que estaban sentados en la sala de estar los miraran con sorpresa.

Había tres personas sentadas en el sofá y cuatro de pie detrás de ellos. Los tres llevaban ropa elegante, mientras que los cuatro hombres detrás de ellos vestían armaduras ligeras.

James, Mordred y Anna estaban sentados frente a estos invitados. William notó que la expresión de su abuelo no era realmente muy buena. Podía sentir la ira apenas contenida que amenazaba con explotar en cualquier momento.

—William, por favor, toma asiento —dijo Anna con una sonrisa—. Estos invitados vienen del Ducado de Griffith.

El tono de Anna era cortés, pero William no podía sentir ni un ápice de respeto en su voz. Era como si su tía no tratara a estas personas como invitados, sino como plagas que habían entrado en su territorio.

Mordred carraspeó y presentó a los invitados uno por uno.

—Esta señora es la Duquesa de Griffith, Lady Agatha —dijo Mordred con una sonrisa—. Y esta adorable joven es su hija, Lady Rebecca.

Luego dirigió su mirada a la hermosa mujer que llevaba una elegante túnica azul claro. Sus rasgos fríos y su mirada gélida harían que cualquiera bajara la cabeza sumiso.

—Esta señora es una de las ancianas de la Secta de la Niebla, Lady Eleanor —Mordred sonrió—. Han venido de muy lejos solo para verte, William.

—¿Oh? —William alzó una ceja y evaluó a los invitados uno por uno.

La Duquesa de Griffith tenía el cabello largo y castaño claro y ojos verdes. Podría considerarse una belleza, pero el evidente desagrado en su rostro hacía que William pensara en una vieja bruja que salía a dar manzanas envenenadas a los pequeños.

Su hija, Rebecca, por otro lado, hizo que los ojos de William se suavizaran. Aunque no estaba completamente seguro, supuso que su edad era casi la misma que la suya. Su corto cabello castaño claro que apenas le llegaba a los hombros parecía tan suave como la seda.

Tenía los mismos ojos verdes claros que su madre, pero a diferencia de la vieja bruja, sus ojos eran brillantes y claros. Sus labios bonitos y adorables estaban en una sonrisa que hacía que su ya hermoso rostro, fuera muy encantador.

William suspiró ante la niñita de aspecto muñeca frente a él. No tenía dudas en su mente de que si fuera un lolicon, ya la habría encerrado en su habitación y la trataría como a una mascota.

En cuanto a la belleza fría que lo miraba con dagas, William ni siquiera le concedió una segunda mirada. Aunque era hermosa, el chico podía decir que ella era la encarnación de las malas noticias.

—Buen día a todos ustedes —saludó William con una sonrisa—. Mi nombre es William Von Ainsworth, Will para abreviar y el niño más guapo de diez años en el Continente Central. Me atrevo a decir que no encontrarán a nadie más guapo que yo. En cuanto a los otros chicos del continente...

William frunció el labio con desdén. —Que se peleen todos por el segundo lugar.

Tras la descarada declaración de William, la habitación quedó repentinamente en silencio. Incluso la vieja gruñona y la belleza fría miraron a William con caras atónitas. Esto hizo que la sonrisa de William se ensanchase. Claramente, estaba muy satisfecho con este resultado.

El silencio se rompió de repente con una carcajada estruendosa que vino de James.

—¡Jajaja! ¡Como era de esperarse de mi nieto! —James aplaudió. La ira que había estado acumulando se evaporó completamente mientras sus ojos se transformaban en medias lunas—. ¡Digno de ser un Ainsworth!

William se echó el cabello hacia atrás y mostró una sonrisa deslumbrante. También le dio a la pequeña muñeca una expresión de "sé que te gusto".

Como acababa de venir del pastizal, la ropa de William estaba sucia. Su cara estaba polvorienta y su cabello rojo era un desastre. Aun así, sus ojos verdes, que eran tan claros como las esmeraldas, hicieron que la pequeña muñeca, Rebecca, alzara una ceja en reconocimiento.

'Esto debería ser suficiente para una primera impresión,' reflexionó William. 'Si no me equivoco, esta pequeña loli debería ser mi prometida. Como era de esperar del Abuelo, hizo un buen trabajo.'

William encontró Rebecca a su gusto y le dio a la joven dos pulgares hacia arriba en su corazón. El chico sabía que, en unos años más, esta pequeña muñeca crecería para ser una belleza excepcional. Casarse con alguien como ella no sería una mala idea, en lo que a William concernía.

Sin embargo, antes de que pudiera incluso imaginar su futuro color de rosa, la vieja bruja abrió la boca y rompió el ensueño de William.

—Dado que ya estás aquí, vamos directo al grano —dijo Agatha con tono burlón—. Hemos venido aquí para romper el acuerdo matrimonial entre mi hija y este chico indigno que está cubierto de suciedad!