Profecía Élfica [Parte 1]

Después de la batalla, Owen encomendó a William el cuidado de Celine, mientras él iba a atender a las personas que habían resultado heridas durante la defensa de Lont. Celine no corría ningún tipo de peligro. Estaba solo completamente exhausta.

Mientras hacía su experimento, no comió ni bebió nada porque lo que estaba haciendo requería de una concentración extrema. Ayunar de este modo estaba bien, ya que ya estaba acostumbrada a ese estilo de vida. Sin embargo, ser arrastrada lejos para luchar en una batalla de alto nivel sin estar en su mejor condición todavía le pasó factura a su cuerpo.

William miró a la mujer desaliñada con lástima. Su piel estaba pálida, su cabello en desorden y su rostro lucía muy demacrado. Aun así, seguía siendo hermosa. El joven no pudo evitar elogiarse de Celine incluso en su estado actual.

Actualmente, él estaba llevando a su Maestra de regreso a su casa montado en el lomo de Ella. Celine era muy liviana, así que no fue difícil para William mantenerla en su lugar. No tardaron mucho en llegar a su casa en las afueras de Lont.

—Mamá Ella, ¿puedes abrir la puerta por mí? —murmuró William.

—Meeeeeh. —Ella empujó la puerta con su pezuña y se abrió sin ninguna resistencia.

Debido a la estadística de fuerza de William, le resultaba bastante fácil cargar a Celine con ambos brazos.

—¡Intrusa! ¡Uwaaaaaaak! —Oliver, el mono loro, gritaba desde su percha—. ¡Intruso!

—¡Cállate, Oliver! —William respondió con fastidio—. La Maestra está durmiendo, no hagas ruido.

Oliver miró a William con desprecio. Estaba un poco irritado porque el chico había arrastrado a su Señora durante un experimento importante. El mono loro luego miró a Celine y luego volvió a mirar a William antes de chasquear la lengua.

—Aprovechándote de la señora mientras está inconsciente. Niño, ¿no tienes vergüenza? —inquirió Oliver.

—¿Eh? ¿Puedes hablar correctamente? —Los ojos de William se abrieron sorprendidos.

—Por supuesto que puedo hablar. No soy un mono pequeño, como tú —Oliver respondió con irritación—. Lleva a la señora al segundo piso. Asegúrate de no hacer nada indecente, o si no, te morderé hasta la muerte.

—Soy solo un niño de diez años, ¿cómo podría hacer algo indecente? —William estaba confuso.

—¿Diez años? —El mono loro bufó—. Niño, es posible que otras personas no lo sepan, pero yo sé que tu alma no pertenece a este mundo.

—¿D-De qué estás hablando? —William tartamudeó.

El mono loro observó al chico antes de levantar su garra y señalar las escaleras.

—Hablemos después de que hayas arropado bien a la señora. Yo también, tengo muchas preguntas para ti —sugirió Oliver.

William miró ansiosamente al mono loro antes de dirigirse hacia las escaleras. Su mente estaba desordenada y varias preguntas surgieron en su cabeza.

Diez minutos después, estaba sentado en la mesa del comedor en el primer piso. No sabía cómo el loro había podido preparar algo de té. Pero, todo estaba ya dispuesto en la mesa cuando regresó de su tarea de llevar a su Maestra a su dormitorio.

Oliver parecía estar de buen humor, y el tono cortante de antes había desaparecido completamente.

—Toma un poco de té primero —dijo Oliver mientras se paraba en el centro de la mesa—. Es muy raro que tengamos invitados, así que no tuve tiempo para hacer un pastel. Sin embargo, todavía tenemos galletas. Espero que sean de tu agrado.

William obedientemente dio un sorbo al té, pero pasó de la galleta. Estaba más curioso sobre cómo el mono loro sabía sobre su identidad.

Ella estaba de pie al lado de la silla de William. Ella también estaba curiosa sobre lo que el mono loro quería discutir con su bebé.

La cabra no se preocupaba sobre el pasado o la identidad de William. Lo único que sabía es que había criado a William desde que era un bebé. Aun así, la curiosidad se apoderó de ella, así que decidió quedarse a escuchar.

—William miró al monoloco con una expresión complicada. Parte de él quería asar al mono para que su secreto quedara a salvo. La otra mitad quería enterrar a Oliver profundamente en la tierra, para que su secreto permaneciera.

Oliver sintió la mirada asesina de William y decidió tomar la iniciativa para hablar.

—No me mires así —Oliver entrecerró los ojos—. No te quiero hacer daño. Solo me sorprendió que alguien como tú hubiera nacido en este mundo.

—¿Qué quieres decir con alguien como yo? —William preguntó—. ¿Qué sabes de mí?

El monoloco sonrió mientras tomaba una taza de té y daba un sorbo para saciar su sed. —No sé mucho. Todo lo que sé es que tu alma no pertenece a este mundo. Sin embargo, no puedes ser considerado un Otromundano ya que naciste naturalmente. Eso solo significa que este mundo te ha aceptado como uno de los suyos, lo cual es un evento muy poco común.

—¿Qué quieres decir con un evento muy poco común? —William inquirió—. Además, ¿Otromundanos? ¿Hablas de transmigradores?

—¿Transmigradores? ¿Te refieres a esas almas que cruzan espacio y tiempo y poseen el cuerpo de personas muertas o moribundas? —preguntó Oliver a su vez—. Bueno, ha habido unos cuántos casos así. El abuelo de mi Señora fue uno de esos Transmigradores a los que te refieres.

—Espera, detente —William miró a Oliver con una expresión seria—. ¿Hay transmigradores en este mundo?

—¿Qué tiene de sorprendente? —Oliver inclinó la cabeza—. Este mundo es muy vasto. La posibilidad ciertamente existe. Aunque, su número no superaría el número de dedos de una mano. Los Dioses no permitirían más de cinco individuos en cada era.

—Hablaste de Otromundanos, ¿quiénes son?

—Simplemente dicho, son personas de otro mundo.

—¿Pensaste que yo era uno de ellos?

—Al principio, sí —Oliver asintió con la cabeza—. Pero, dado que naciste naturalmente entonces no cuentas como tal.

—Entonces, ¿cómo lo supiste? —William hizo la pregunta más importante de todas—. ¿Tienes el poder de ver el alma de una persona?

Oliver rió de manera burlona. Como su cabeza era la de un mono, la risa sonaba irritante en los oídos de William. —Ahora mismo eres un niño de diez años, pero el alma que estoy viendo con mi habilidad es mayor. Si tengo que hacer una conjetura atrevida, estás en tus últimos años de adolescencia o a principio de los veinte, pero no más que eso.

«Esto es malo», pensó William. «Si hay otras personas con esta habilidad entonces estoy en graves problemas».

—Lo que estás pensando no ocurrirá, así que puedes relajarte —Oliver le aseguró—. Mi habilidad es única y fue algo que me fue dado por mi creador, el Señor Darwin. Estoy bastante seguro de que solo yo tengo la habilidad de ver a través del alma de una persona en este mundo.

William suspiró aliviado al escuchar la explicación de Oliver. Aunque todavía no sabía qué tipo de habilidad poseía, le gustaría creer que estaba diciendo la verdad.

Viendo que el joven finalmente se había calmado, Oliver decidió decirle la verdadera razón por la que quería hablar con él.

—William, tengo un favor que pedirte.

—Primero escucharé lo que es. Si puedo hacerlo o no dependerá de mi humor.

—Tch. Eres como tu abuelo. Siempre regateando por beneficios —Oliver sacudió la cabeza impotente antes de decir su solicitud—. No tienes que hacer esta solicitud de inmediato porque el tú actual todavía es demasiado débil y demasiado joven para ir a ese lugar —explicó Oliver—. Todo lo que pido es que hagas lo mejor que puedas, porque la vida de la Señora está en peligro.

—¿Qué quieres decir con que la vida de la Maestra está en peligro? —William frunció el ceño.

—Érase una vez, en el continente de Silvermoon, había una familia de elfos que llevaban el nombre de Rayleigh… —Oliver suspiró mientras bajaba la cabeza y miraba a la mesa.