—El aire se calmó después de que Kingsley hiciera su desafío —todos miraban a Guillermo y esperaban su respuesta.
Guillermo se burló en su interior porque ya había anticipado este resultado. ¡Sus años de leer novelas no habían sido en vano! Naturalmente, él también sabía cómo minimizar este desafío, así que tomó ese camino.
—¿Por qué debería luchar contigo? —Guillermo resopló—. No tengo ninguna razón para aceptar tu desafío.
—Entonces, ¿admites que eres un cobarde? —preguntó Kingsley con desdén—. Supongo que lo único que tienes a tu favor es tu cara.
—¿Tienes envidia de mi cara? —preguntó Guillermo—. No es mi culpa que sea más guapo que tú. Si quieres quejarte, reclama a tus padres por no ser suficientemente atractivos.
Las palabras de Guillermo hicieron que a todos les picaran los dientes. Era una provocación muy evidente, pero súper efectiva.