Lo que Grent y los otros examinadores no sabían era que dentro de la Oficina del Decano, dos hombres estaban sentados uno al lado del otro, mirando un cristal de visión frente a ellos.
Ambos habían sido testigos de la batalla entre William y Psoglav. Aunque esta batalla no significaba mucho para hombres de su nivel, aún así no pudieron evitar impresionarse con cómo terminaron las cosas.
—Entonces, ¿qué piensas, Director? —preguntó.
—Creo que sería una lástima que la Academia Real reprobara a un chico tan interesante. No todos los días un joven de catorce años se mantiene en pie frente a uno de los Gobernantes del Bosque y vive para contarlo. —respondió el otro hombre.
El hombre vestido con ropa sencilla se levantó de su asiento y se dirigió hacia la puerta. —¿Podrías mantener un ojo en él por mí?
—Como desee, Su Majestad. —El Decano asintió brevemente con la cabeza en señal de reconocimiento.