El Rey se encontraba frente a William sosteniendo una espada ceremonial en sus manos.
Los estudiantes miraban esta escena con envidia y celos, pues ellos también querían ser reconocidos por el rey y otorgarles un título nobiliario. Se podía decir que era el sueño de todo común y la razón principal por la cual hacían todo lo posible para inscribirse en la Academia Real Hellan.
Esperaban que al mostrar sus habilidades, el Rey pudiera descubrir su talento y tomarlos bajo su protección. Su segunda opción era ser reclutados por una de las prestigiosas casas nobles y servir a sus herederos como vasallos.
Los estudiantes de la División de la Primera Clase Marcial se sentían orgullosos y al mismo tiempo arrepentidos. Orgullosos porque quien estaba siendo nombrado caballero era su Prefecto Principal, y arrepentidos porque no se habían unido formalmente a su Orden de Caballeros cuando la había anunciado por primera vez.