Los besos son para adultos

William empezó a sudar a cántaros mientras su amante sirena le exigía que le diera cualquier suero especial que le había inyectado a Wendy, que hizo que la belleza rubia se viera tan brillante y enérgica hoy.

—¿Qué pasa? —inquirió Ashe—. ¿Estás diciendo que no estoy calificada para tenerlo? Todo lo que Wendy pueda hacer, yo definitivamente puedo hacerlo mejor.

William miró a los ojos color púrpura claro de Ashe antes de tomar su decisión. Bajó la cabeza para susurrarle algo al oído que hizo que el cuerpo de la joven que lo abrazaba con firmeza temblara.

—Ashe, ¿estás segura de que quieres hacerlo? —preguntó William suavemente.

William no sabía si podría recrear un mundo de sueños para Ashe, pero estaba dispuesto a intentarlo para satisfacer la demanda de su amante.

Ashe bajó la cabeza y no dijo nada. William esperó pacientemente su respuesta porque no quería obligarla a hacer algo que no quería.

Finalmente, una voz apenas audible escapó de los labios de Ashe.

«...quiero… eso».