Habían pasado varios días desde que Conner había regresado a la Ciudad Capital de Gladiolo para gestionar los asuntos del Reino de Hellan. Trabajando a su lado no estaba nada menos que el hijo del Primer Ministro, Brendan. A Conner le gustaba la ética de trabajo del chico e incluso pensó en invitarlo formalmente a ser miembro de Deus por sus sobresalientes habilidades de gestión. Sin embargo, no lo hizo porque todavía no confiaba completamente en él. Por ahora, Conner decidió observarlo y ver si podía encontrar alguna debilidad que pudiera explotar para hacer que el adolescente se convirtiera en un miembro leal de Deus.
—¿Cómo va la migración de los sobrevivientes? —preguntó Conner.
Brendan se levantó e hizo una reverencia respetuosa antes de dar una respuesta. Esto le valió una inclinación de apreciación de Conner, a quien le gustaban los subordinados obedientes y capaces para trabajar bajo su ala.