En medio del caos, también hay oportunidad

La Emperatriz Sidonie miró la capital de la Dinastía Anaesha desde el balcón de su habitación. Hasta ahora, todo había funcionado sin problemas y de acuerdo con sus planes. Si lo deseara, podría dar la orden de atacar a los Elfos y ganaría sin fallar. Sin embargo, no deseaba eso.

—No deseo el dominio... ¿es eso? —murmuró la Emperatriz Sidonie al recordar al chico pelirrojo que había rechazado su oferta de convertirlo en el Soberano de todo el continente.

Había mirado directamente a sus ojos cuando él dijo eso, y solo un par de hermosos ojos verdes claros, con su propio reflejo en ellos, le devolvieron la mirada. No había falsedad en las palabras de William, solo una sinceridad genuina. Además, cuando se vio a sí misma en sus ojos, cuando vio que él la miraba a ella, y solo a ella, no pudo evitar que su corazón se saltara un latido.

«En aquel entonces, no habrías dicho estas palabras, Sidonie. Has cambiado.»