—¡Cosa inútil! —El padre de Chiffon, Luciel, pateó a la niña hasta que se estrelló contra la pared.
Chiffon cayó al suelo, inconsciente. La sangre brotaba de su boca y teñía el suelo de rojo.
—Marido, deberías deshacerte de esa chica —dijo Natasha—. Si quieres, puedes dársela a uno de tus generales como un juguete. Todavía es joven, pero aún tiene un rostro bonito. Dale unos años y servirá bien como una calentadora de cama para uno de tus hombres leales. Estoy segura de que eso...
Un bofetón resonante se escuchó por toda la habitación. Natasha no fue capaz de terminar sus palabras antes de que ella también se estrellara contra la pared.
—¿Crees que no sé que eres tú quien planeó a espaldas de April? —Luciel dio un paso adelante—. ¿No pensaste que lo descubriría? ¿O estabas segura de que, porque tienes el respaldo de tu familia, no pondría mis manos sobre ti?
Luciel se burló mientras pisoteaba la mano de Natasha, rompiendo todos sus huesos.