Gustav miró hacia abajo mientras su mente estaba plagada de sentimientos inexplicables.
Desde el inicio de su conversación hasta el final, ella no levantó la mirada ni una sola vez.
«Está bien, supongo, yo y la señorita Aimee tenemos una especie de alianza después de todo... Tendré que devolverle algo a cambio de lo que hizo por mí, en el futuro», Gustav se dio la vuelta mientras pensaba en esto y comenzó a caminar hacia la entrada.
—Me voy, señorita Aimee —expresó Gustav mientras salía de su oficina.
Unos segundos después de que Gustav se fuera, la señorita Aimee bajó el brazo y colocó el libro que estaba leyendo sobre su regazo.
Suspiro~
Se giró hacia la puerta mientras suspiraba.
«No puede seguir dependiendo de mí para todo o nunca crecerá más allá de tener la capacidad de manejar solo niños», dijo internamente la señorita Aimee.
«Sé que no lo va a dejar ir hasta que encuentre una respuesta... Aun así, será un buen desarrollo para él encargarse de algo así por sí mismo».