Desde su posición en la entrada, la vista de Gustav siguió el lugar al que el dedo del hombre apuntaba dentro del apartamento. Vio un cubo negro flotando sobre la repisa al otro lado de la sala de estar.
—Oh, gracias —dijo Gustav y entró mientras el hombre se movía hacia un lado.
Gustav caminó hacia su antigua morada y miró alrededor del lugar.
Notó que ni su hermano ni su madre estaban en la sala de estar, lo que le dio un sentido de alivio. Realmente no le importaba encontrarse con ellos, pero prefería no pasar ni un segundo más de lo necesario allí.
—Si el cubo es tuyo, debería reaccionar a tu presencia —dijo el hombre detrás mientras fijaba la mirada en la espalda de Gustav.
Gustav llegó frente a la repisa y, tal como el hombre dijo, el cubo voló hacia él y aterrizó en su palma.
—Ahora me marcho —Gustav se giró para salir, pero fue bloqueado por el hombre.