Este dispositivo rectangular era el mismo en el que Gustav almacenaba comida para llevar consigo a donde quiera que fuera.
—Qué bueno que traje mis delicias caseras conmigo —dijo él con una expresión de deleite mientras procedía a abrir el equipo de almacenamiento de comida.
Sshhhsss!
Una pequeña nube de humo se escapó del equipo, parecido a un horno, causando que un aroma delicioso se esparciera por toda el área.
Gustav inhaló el aroma de los platos y sonrió.
Procedió a sacar un plato tras otro y los colocó frente a él.
La cantidad de platos frente a él sería suficiente para satisfacer a una familia de cuatro. Sin embargo, Gustav era un gran comedor, así que esto no era nada para él.
—Pollo de zorro frito, pato mutado del diablo asado, arroz negro hervido... Ah, olvidé los camarones azules volcánicos —dijo Gustav tras notar que faltaba uno de sus platos al contarlos uno por uno.