—¡Jefe! —ambos gritaron al mismo tiempo mientras se acercaban a Gustav con una mirada respetuosa.
Gustav miró a estos dos hombres con una actitud solemne.
—¿Cómo ha estado yendo todo? —preguntó Gustav.
—Bien, jefe —ambos respondieron al unísono.
El que estaba a la izquierda tenía un rostro con forma de alpaca y una constitución robusta. Su cabello negro parecía desaliñado y descuidado. Sin embargo, su aspecto general era un poco temible.
El otro tenía una gran complexión y puntos verdes por toda la cara y otras partes expuestas del cuerpo.
—Braun, Durk, supongo que tienen informes para mí —declaró Gustav, y ambos asintieron en respuesta.
—Bien, vamos a discutir en la cafetería —propuso Gustav.
Se dirigieron hacia la cafetería del vecindario para discutir.
Dentro de una tienda del tamaño de una habitación al otro lado de la calle que conduce a la estación de autobuses, se podían ver varias mesas y sillas dispuestas en columnas, junto con un mostrador en el extremo izquierdo.