—¡Hyaahh!
El cadete gritó mientras lanzaba un círculo llameante hacia el senior, quien lo esquivó con facilidad y se lanzó hacia adelante antes de arrojar un puñetazo al estómago del cadete de primer año.
Esta no era la primera, segunda, ni tercera vez que recibía un golpe. La sangre ya fluía por su boca mientras caía de rodillas, pero rápidamente se impulsó hacia arriba de nuevo.
Justo cuando estaba a punto de lanzarse otra vez, Elevora se abrió paso entre la multitud y le sostuvo el hombro.
—Es suficiente, retrocede —dijo ella con un tono solemne mientras miraba al senior.
Al principio, el cadete trató de soltarse de su agarre, pero al escuchar su voz, sus ojos se abrieron de par en par, y se giró para mirarla con una expresión de sorpresa.
Se dio cuenta de que su agarre era tan poderoso que ni siquiera podía moverse un centímetro hacia adelante.