Aeon gruñó y dejó que el adepto alquimista hablara. Sacó un libro mayor de debajo del mostrador y comenzó a escribir algunas cosas, aparentemente sin reconocer la presencia de Cedric.
—Ya que está fuera del camino y ya que parece ocupado de nuevo, supongo que es mi turno de hablar. —Cedric miró a Emery con una amplia sonrisa y dijo—, tengo una propuesta para ti, Emery.
—¿Y puedo saber qué tienes en mente, señor? —preguntó Emery, mirando a Cedric ahora después de quitar la pantalla de estado de su vista.
—Está bien, sé que hoy es tu último día y supongo que te gustaría adquirir algunos hechizos antes de regresar a tu mundo, ¿verdad? —dijo Cedric como si supiera todo lo que pasaba por la mente de Emery.
Emery confirmó la deducción de Cedric con un gesto de asentimiento.
Cedric mantuvo su amplia sonrisa antes de volverse hacia Aeon una vez más, quien estaba ocupado escribiendo algunas cosas en el libro mayor. Dijo con una mirada burlona: