El enorme dragón, Killgragah, miraba a Emery, haciendo que Emery se sintiera como una hormiga. No obstante, Emery podía decir que aunque este dragón podía ser condescendiente a veces, al menos su honestidad y brutalidad, no palabras endulzadas, eran las cosas que necesitaba en este momento. A diferencia de las otras relaciones que había tenido, las cuales tenían una agenda oculta que terminaba lastimándolo de una u otra manera.
—¿Estás hablando en serio? ¿De cinco a diez años? ¿Esperas que me quede aquí 10 años? —cuestionó Emery con el ceño fruncido.
—Chico, no estoy esperando nada de ti. Lo que estoy diciendo es, que ese es el camino —replicó el dragón negro.