Emery salió del pueblo; corrió hacia el este, atravesando el denso bosque sin detenerse. Después de correr durante aproximadamente una hora, llegó a la colina donde la formación rocosa permanecía en silencio. Antes de subir, revisó sus alrededores para asegurarse de que nadie lo hubiera seguido. Rodeó la colina, y no había nadie más excepto él y la piedra encima.
Mientras contemplaba la colina iluminada por la luna, el suave zumbido de los insectos escondidos alrededor le dio a Emery una sensación de calma, un ambiente que tranquilizó su espíritu. Quedó absorto, mirando las poderosas rocas, pero eso duró solo un momento cuando la voz del dragón negro resonó.
El dragón dentro de él dijo: «Quienquiera que haya elegido este lugar, sabía qué buscar. Desafortunadamente, esta formación fue hecha de manera pobre y está rota.»
Emery preguntó: «Entonces, ¿tengo que encontrar otro lugar de nuevo? No creo que tenga suficiente tiempo.»