Cuando Emery despertó, la mañana ya había llegado. Emery, aturdido, se encontró todavía en el campamento, fuera de la casa abandonada encadenado a un árbol, antes de que su mirada borrosa se posara en los caballeros derribando la gran tienda y apagando la fogata, preparándose para partir. A medida que su mente se aclaraba, la imagen de Morgana siendo apuntada por una espada brilló en su mente. Buscó alrededor, sin embargo, no había señales de ella. ¿Dónde estaba? ¿Qué le había pasado?
Inconscientemente, intentó levantarse y encontrarla. Pero entonces, una figura se alzó ante él, bloqueando su vista del campamento y el deslumbrante sol. La figura dijo:
—Te has despertado, mi querido joven mago.
Emery sabía que esa voz pertenecía al viejo caballero. Los recuerdos de todo lo que había sucedido la noche anterior despertaron su sentido al regresar mientras exigía:
—¡¿Dónde está ella?! ¡¿Qué le hiciste?!