Inmediatamente se produjo un bullicioso parloteo cuando todos escucharon la invitación de Roran. El hombre evidentemente tenía el carisma de un líder. Su habilidad para dar discursos elocuentes y sus habilidades de combate demostradas, combinadas con el apoyo de su influyente familia, hicieron que muchos acólitos lo admiraran. ¡Clap! ¡Clap! ¡Clap! Aplausos fuertes resonaron repentinamente en el aire, seguidos de una figura que avanzó hasta quedar a unos pasos de Roran. El aplauso repentino sorprendió a todos, al darse cuenta de que era Anas el acólito Kaleos, quien aplaudía con una sonrisa en su rostro.
—Ese fue un discurso muy bonito, Roran. Pero déjame decirte que tu idea no es realista —dijo Anas.
Al escuchar eso, Roran inmediatamente giró su cuerpo hacia Anas, mientras lo miraba fijamente.
—¿No es realista? ¿Te importaría explicármelo?
Recibiendo la mirada del hombre con calma, porque sabía que tenía razón, Anas respondió: