Lodos, quien se decía que era el acólito más fuerte entre la clase D élite, llegó en medio de su pelea sin previo aviso. Su mirada amplia y sus pupilas encogidas, junto con su sonrisa de gato de Cheshire, auguraban malas noticias para ambos.
«Vaya, mira eso. Tiene un gran sentido del tiempo», dijo Emery en su cabeza, cada palabra goteando con sarcasmo.
La pelea estaba casi terminada, Emery simplemente necesitaba unos segundos más para terminar con Gerri y reunir sus puntos. Ahora, el espeluznante tipo que todos temían apareció.