Fuertes vítores llenaron el área de la audiencia, todos provenientes de aquellos que prestaban atención a la Arena 7. Llamas ardientes y oscuridad abrumadora chocaban en una batalla de voluntades, rugiendo llamas que irradiaban calor por todo el anillo, mientras se encogían alrededor de un acólito atrapado en el medio. Mientras tanto, otro acólito continuaba creando complicados gestos en el aire con sus manos para dirigir el hechizo.
—¡Hey, Emery! ¡Creo que deberías rendirte! —Gerri gritó desde fuera de las llamas.
—¡No, no ocurrirá! —contestó Emery.
—Si te quedas más tiempo, podrías convertirte en la cena de hoy... Emery asado, con piel carbonizada y huesos en cenizas... Urp, eso ciertamente es una imagen perturbadora... —El rostro de Gerri se puso pálido y frunció su expresión con disgusto.
—¡Demonios, Gerri! ¡Realmente tienes una mente perturbadora! —gritó Emery, tratando de mantener su expresión seria.
—¡Vamos, amigo mío! ¡Ríndete! ¡No quiero que mueras! —gritó Gerri.