¡Están aquí!

Temprano esa mañana, en el Castillo Leonessa.

Un caballero fue visto corriendo por el largo pasillo del Castillo Leonessa. Se podía ver el aparente pánico en su rostro, ignorando la fuerte respiración entrecortada que estaba experimentando en ese momento.

El caballero se detuvo frente a un trono donde una joven vestida con brillante armadura estaba sentada en él.

—¡Princesa, ya están aquí! —gritó el caballero en voz alta.

La noticia inmediatamente dejó a la princesa y a la media docena de caballeros a su alrededor impactados. Rápidamente corrió hacia el balcón y vio una escena que hizo que su rostro palideciera.

Se veían miles de soldados enemigos viniendo desde el este, llenando lentamente el claro en el horizonte.

—¿Cómo pudieron llegar tan rápido? —exclamó uno de los caballeros junto a la princesa.

Era evidente que estaba sorprendido y desconcertado por cómo los enemigos lograron llegar aquí más rápido de lo que habían estimado.