—¡¿Qué hechicería es esta?!
Arturo y el resto de los caballeros solo podían mirar mudos y perplejos mientras los numerosos cadáveres esparcidos y tendidos en el suelo comenzaban lentamente a levantarse. Eran solo docenas, pero la espantosa visión fue suficiente para enviar un escalofrío por la espina dorsal de estos valientes caballeros.
Los cadáveres parecían coger intuitivamente las armas más cercanas y las balanceaban con entrañas aún colgando, esparciendo sangre por todos lados, antes de venir cojeando para cargar contra el caballero más cercano. Los movimientos de los cadáveres eran lentos, extremadamente lentos, pero los caballeros simplemente no estaban en el estado mental adecuado para luchar contra tales abominaciones. Su mente aún estaba conmocionada por lo que presenciaban.