Rompiendo promesas

Con la ayuda de su mejorada [Bendición de la Naturaleza], Emery pudo desalojar el bloqueo que le impedía recuperar la consciencia. Sacudió su cuerpo y la llamó.

—¡Morgana!

Gritó tan fuerte como pudo, esperando que la chica de alguna manera lo escuchara detrás del velo de su propia mente. Sin embargo, la chica no mostró signos de movimiento. No hubo reacción alguna.

Emery revisó su cuerpo con la ayuda de las enredaderas curativas, asegurándose de que nada más estuviera fuera de lugar. Todo estaba bien, pero ella no se movía en absoluto.

Hizo otra comprobación y se dio cuenta: En un cerebro humano normal, debería haber una actividad mínima, al menos para controlar los reflejos básicos. Pero en el de ella, no había ninguna.