Dirigiéndose a la Casa de Bambú para Ver al Príncipe Heredero (3)

—¡Pa!

El hombre bruto golpeó sin piedad el rostro de Gao Ling, y esa bofetada le causó ver estrellas en sus ojos mientras sus oídos zumbaron. Su garganta parecía contener un bocado de flema sangrienta, con un olor extremadamente concentrado a sangre.

—P*rra, ya que he gastado mi dinero puedo jugar contigo como quiera. ¿Todavía te crees el Príncipe Heredero? ¡Dentro de la Casa de Bambú, no hay diferencia entre tú y esos gigolós! No me mires con esa cara de orgullo, ¡no te dejaré ir aunque seas el Príncipe Heredero! No obstante, si me complaces bien, ¡quizá te redima por capricho!

Gigolós...

La palabra era como una aguja que perforaba despiadadamente el corazón de Gao Ling.