La silla estaba lista y Daryn la levantó y la hizo sentarse a horcajadas. —Viajarás conmigo —dijo y con la ayuda del conductor, montó a Izar y sostuvo su correa. Rodeó con sus brazos a Amanecer de tal manera que ella quedó completamente cubierta. Ella se sentó allí frente a él, toda protegida, lista para entrar al túnel.
El viento había aumentado y olía a bosque, a humedad. —Podría llover —dijo el conductor—. Tengan cuidado.
Daryn asintió.