Abominación

Pía la miró con una mirada introspectiva. Pero Amanecer pasó por alto esas miradas con un encogimiento de hombros. No quería arruinar sus encantadores días con una mujer tan perra como ella.

—¿Entonces, qué crees que va a pasar a continuación? —preguntó Pía, sonando misteriosa.

—¿A qué te refieres? —preguntó Amanecer. Empezó a caminar de vuelta a la habitación. Odiaba el hecho de que Pía hubiera venido al pórtico, lo que significaba que, incluso había venido a su habitación, sin ser invitada.

—Me refiero a cómo vas a seguir adelante con este embarazo.

—No es tu área para pensar, Pía —dijo Amanecer, claramente molesta por su pregunta—. En lugar de felicitarla, la estaba haciendo sentir incómoda.

—Ese embarazo es una abominación. Es antinatural —dijo ella con voz fría.

Amanecer apretó los dientes. Cómo le hubiera encantado sacarle la cara. —Como dije, no te esfuerces tanto en pensar con tu bonita cabecita.