Daryn ordenó al conductor que los llevara al centro comercial más elitista de la ciudad. Él abrió la puerta para su esposa y le sostuvo la mano para ayudarla a salir.
—Realmente me mimas demasiado, Daryn —dijo ella entre risas al bajar del auto.
—Un hombre lobo solo tiene una compañera. No puedes impedirme consentir a mi compañera y más aún a una compañera embarazada —respondió él.
Entraron y Amanecer podía sentir cómo casi todos en el centro comercial los miraban. No podía evitarlo. Tenía que lidiar con toda la popularidad que estaba ganando al ser la esposa del empresario más influyente del país. Mantuvo la cabeza baja y evitó a la gente como de costumbre. —Daryn, quiero asignar una habitación para el cuarto del bebé y para eso quería llamar a los diseñadores.