El cuerpo de Anne se estremeció.
—¿Quieres decir que te tomará una semana venir aquí? —preguntó, haciendo todo lo posible por ocultar su decepción.
Helena estaba saliendo de la casa hoy apurada para que Amanecer pudiera venir y aquí Amanecer dijo que vendría en una semana. Helena podría haberse quedado más tiempo. La furia creció en su pecho.
—P— pero tu Abuela q— quiere que estés aquí lo antes posible.
—Aww… —respondió Amanecer con una voz impregnada de amor y ternura—. Me siento tan culpable, pero ¿qué puedo hacer tía Anne? Tengo muchas cosas de las que ocuparme.
Hubo una larga pausa y casi podía sentir la desilusión de Anne. De repente exclamó:
—¡Oh! Tengo una idea.
—¿Qué? —preguntó Anne con renovado interés.
—Podemos Cole y yo venir a verte, digamos... quizás... por una hora todos los días. ¿Estaría bien para ti? —sugirió.
Cualquier cosa estaría bien mientras ella volviera y esta sugerencia era como un salvavidas para quien estaba a punto de ahogarse.